Esa declaración transforma en mucho la forma en como nosotros los seres humanos nos relacionamos con los animales. La visión de que somos seres superiores no puede ser más sustentada. Necesitamos construir una relación más humana con nuestro planeta y con todos los seres que de él hacen parte. Es necesario ampliar nuestra visión, transcender la percepción limitada que tenemos para entender que somos parte de un mismo todo unificado, que compartimos energías, que intercambiamos campos químicos y por eso mismo, cada uno de nosotros contribuye y afecta a todos los otros.
La revista Mente & Cerebro en su publicación número 29 dice que animales funcionan como verdaderos organizadores síquicos de sus dueños y cita una pesquisa en la que muestra que la interacción entre los canes y los humanos desencadena –en ambas- alteraciones hormonales que afectan el nivel de endorfinas y otras substancias que disminuyen el nivel de estrés en el organismo, provocando sensaciones de bienestar reduciendo la depresión, pudiendo así aumentar los niveles de serotonina y dopamina en el cuerpo.
Una experiencia fantástica ha sido hecha por el filántropo Igor Simões Andrade, que pone en contacto los delfines rosados del amazona con niños y jóvenes portadores de deficiencias. Además de ayudar a protegerlos de la caza indiscriminada, la delfinoterapia - como es llamada la terapia - ayuda a aumentar la autoestima de los niños y “minimiza los efectos de ciertos tipos de disturbios físicos y mentales”, de acuerdo a lo afirmado por el fisioterapeuta.
Un ejemplo: “niños hiperactivos que, en poco tiempo de contacto con los delfines rosados consiguen tomar una siesta dentro del barco que los lleva a la presencia de los animales acuáticos.”
Fuentes:
Planeta Sustentable
Revista Galileu